Elecciones y sindicalismo





El proceso electoral en la sociedad capitalista se presenta como su acto político más democrático que, en teoría, es un mecanismo mediante el cual los ciudadanos en edad de votar eligen a sus representantes. En la práctica cada voto de los trabajadores se convierte en el respaldo que se da a la comedia de las elecciones, porque los programas que presentan los candidatos son similares, llenos de falsas expectativas y mucho maquillaje tras del cual se esconde el compromiso de mantener el funcionamiento del sistema capitalista, cuyo motor es la explotación asalariada de los trabajadores, sistema que solo admite en el gobierno a quien lo defienda, o sirva para blanquear sus horribles lacras.

En Colombia desde hace muchos años, la mayoría de los trabajadores no votan por el rechazo que espontáneamente les causa la repetición de la comedia con distintos actores. Algunos de los trabajadores votantes se conforman con el ‘ganador’ y guardan la esperanza de que sea una buena persona que se valga de su poder para aliviar el sufrimiento de la clase trabajadora; otros trabajadores votantes quizá se enojen un poco si el ganador no fue aquel a quien le otorgaron su voto, pero todos se resignan y aguardan cuatro años más para repetir el proceso.

Aquel trabajador votante omite por ignorancia o por desidia que detrás de todo el proceso electoral se mueve una maquinaria que ha perfeccionado sus métodos por décadas. Que detrás de todo ‘ganador’ están los patrocinadores que le han dado recursos a todos los candidatos, asegurando de esta forma que sin importar quién sea el ‘ganador’ los patrocinadores tendrán garantizado que gobernará para favorecerlos, y así el grado de corrupción dentro de un gobierno cada vez se hace mayor porque son mayores las exigencias que debe cumplir a sus patrocinadores banqueros, comerciantes, industriales, los grandes capitalistas que pagaron por anticipado para tener un presidente que trabaje para ellos, que aumente las ganancias de sus negocios.

En esta danza de los millones, la corrupción y el engaño, que son las elecciones, hay un contendor natural, cuya obligación es denunciar y oponerse a la barbarie que se vuelca contra quienes no poseen más que su fuerza de trabajo; este contendor lo conforman las organizaciones sindicales que nacieron de las necesidades de los obreros, con el propósito de defender sus derechos, organizarlos y dotarlos de conciencia de clase para que puedan cumplir con su razón de ser.

Sin embargo las Centrales Obreras que agrupan varias organizaciones sindicales no cumplen esa función, pues están desdibujadas, desnaturalizadas y fusionadas con su opositor, lo cual quedó en completa evidencia el Primero de Mayo. Esta fecha que conmemora la gran conquista de los tres ochos de la clase obrera y el recuerdo imborrable de los Mártires de Chicago que dieron su vida por ello, marcando un hito histórico, se vio pisoteada y mancillada por la presencia y los discursos de los aspirantes a ‘ganador’ de la presidencia, los politiqueros invitados por los directivos de estas centrales, que les hacen campaña y les donan dinero de los recursos sindicales.

Los directivos de las centrales y los trabajadores que hacen campaña presidencial a sus futuros verdugos, olvidan que los fondos sindicales son para sostener las huelgas y las justas luchas que se deben enfrentar con el tirano ‘ganador’ que representará a los patrones que van detrás del completo saqueo a las pensiones, las cesantías, los salarios, la salud, la estabilidad laboral y la vida digna de los trabajadores.

Por otro lado está la clase obrera consciente que propugna por un futuro mejor para la humanidad, forjando consciencia, proclamando la independencia de clase, y propiciando que el actuar de los trabajadores sea analizando el presente a la luz de la historia, sin perder de vista el futuro.

Los trabajadores no deben respaldar el sistema que los oprime, les arrebata sus derechos, produce miseria y expoliación, trafica con una paz que mata más que la misma guerra.

Los procesos electorales democráticos burgueses solo representan a las clases dominantes y los ganadores’ en esas elecciones son los empleados de los grandes capitalistas, por lo tanto es imposible que cualquiera de los candidatos que está en la contienda esté planeando mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.

Hay que despojar a los candidatos de su máscara, de su maquillaje y de sus falsas promesas, ahí quedará a la vista la tiranía que representan. A ninguno de ellos le temblará la mano para aplastar una huelga, acabar con los derechos, expoliando al hombre y a la naturaleza, cuando sea necesario favorecer los intereses de sus patrocinadores.

El voto no solo respalda a un candidato, respalda al sistema y por lo tanto perpetúa la miseria. No es justo que los sindicatos respalden y participen en esta bellaquería contra los mismos trabajadores.



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