Los Trabajadores Tercerizados y su Lucha por la Independencia de Clase
Hace ya varios años, los obreros tercerizados de la industria, a causa de la difícil situación laboral, se han visto en la necesidad de crear organizaciones sindicales para defender sus intereses; en todo este tiempo han resistido la persecución sindical y han comprobado en la práctica que la sociedad está dividida en clases, donde los trabajadores están en desventaja puesto que el Estado sirve a las clases económica y políticamente dominantes y pro imperialistas: la burguesía y los terratenientes.
El nacimiento de esos sindicatos se da en medio de la crisis que vive el movimiento sindical colombiano a causa de la ausencia de ideas proletarias en su dirección, por lo que la iniciativa de organizar a los trabajadores tercerizados que se corresponde a la política de la independencia de clase, contraria a la política del sindicalismo burgués que siempre ha tratado a los obreros tercerizados como de tercera clase que no caben en los sindicatos antiguos, en varios casos fue una iniciativa en manos de tutores sindicales promotores de un tipo de sindicalismo que llaman “independiente” por el hecho de no estar confederado, no por su verdadero significado, cual es la defensa de la independencia de clase.
Tales tutores sindicales, a su vez directivos de sindicatos de trabajadores con contrato directo, constantemente hablan del patronalismo de las centrales y del daño que hacen los sindicatos patronalistas al entregar las conquistas de los trabajadores a cambio de beneficios personales; han dibujado el patronalismo como un monstruo de diez cabezas poseedor de un discurso a favor del patrón, por lo cual sería fácil de identificar.
Sin embargo al pasar el tiempo fue poniéndose de manifiesto que este tipo de sindicalismo “independiente” no lo era; se hizo notorio que tiene ideas erróneas y las malas prácticas comunes en el sindicalismo burgués, esté confederado o no. Sus principales características son:
- Discriminación hacia los trabajadores tercerizados, que se manifiesta en el hecho de no permitirles que se afilien a los sindicatos de base con contrato directo y en caso de ser afiliados algunas veces se tiene voz pero no voto. La posibilidad de ocupar algún cargo de dirección en dichas organizaciones no existe. Es decir, las empresas los consideran sub-trabajadores, y los sindicatos los tratan como afiliados de segunda mano.
- Desconocimiento de la democracia sindical. Se evidencia cuando hay elección de juntas directivas, de delegados sindicales y demás órganos de dirección; se hacen con base en el criterio de los asesores, de los abogados y de los directivos de los sindicatos pasando por encima de la voluntad de las bases, y en el mismo sentido estas camarillas son quienes destituyen y expulsan a cuanto trabajador honesto se atreve a cuestionar su modo de actuar.
- Sobreestimación de la lucha jurídica sobre la lucha directa. Si bien hay que reconocer que las leyes se deben aprovechar en la medida de lo posible para la defensa de los intereses del trabajador, también hay que advertir que en la mayoría de los casos la labor sindical se reduce al aspecto jurídico lo que conduce inevitablemente al sometimiento del sindicato ante las leyes, cambiando sus formas organizativas, su plan de acción, su táctica de lucha por otras previamente aprobadas por el abogado que concuerden con la idea errónea de que el Estado dará solución a la problemática de los trabajadores.
- Transformación en dueños y parásitos de los sindicatos. Practican la idea de que los sindicatos pertenecen a un individuo o al grupo que los dirige, quienes hacen cuanto quieren con las organizaciones y más que orientaciones dan órdenes las cuales quieren que se cumplan sin cuestionamiento alguno. Hay veces en que se considera una ofensa fiscalizar la actuación de las directivas o el uso de los fondos sindicales. Se dan casos de “dirigentes” que utilizan los fondos sindicales para beneficio propio; aprovechando su trayectoria y credibilidad presionan para que los sindicatos les asignen sueldos o retribuciones económicas por trámites jurídicos que son básicos en toda actividad sindical, tales como querellas, tutelas, etc.
- Las directivas nacionales anulan toda autoridad de las directivas seccionales. Esta es otra práctica errónea que se ha vuelto “normal” en los sindicatos, se da por cierto que tienen más derechos o autoridad los fundadores de la organización que los nuevos afiliados; cuando el directivo o asesor sindical milita en una fuerza política se siente con derecho a obligar a los demás trabajadores a simpatizar con esta y a apoyarla. Esta decisión debe ser consciente y no debe ser una condición para pertenecer al sindicato.
Una verdadera reestructuración del movimiento sindical, tropieza temporalmente con la resistencia de quienes hasta hace poco eran honestos dirigentes y asesores sindicales, que al ver afectados sus intereses personales buscan por todos los medios posibles mantener el “orden” por ellos establecido y hasta echan mano de demandas ante el Estado contra sus propios hermanos de clase.
Por todo lo anterior podemos concluir que el patronalismo, aunque no es un monstruo de diez cabezas, no es nada fácil de identificar, ya que existe un tipo de patronalismo que aparentemente levanta las banderas de la lucha obrera, habla el mismo lenguaje del sindicalismo independiente y se mueve como pez en el agua entre los trabajadores; sin embargo sus hechos son contrarios a sus palabras porque practica el sindicalismo burgués; es por ello que los trabajadores deben aprender a ver más allá de los discursos, identificar qué intereses hay de fondo, qué ideas realmente son afines con los intereses colectivos y sobre todo se debe tener presente que en la práctica se comprueba quién es o no consecuente con la lucha de los obreros.
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