Ni por el SI ni por el NO en el Plebiscito

 ¡No Votar! Es la Respuesta de los Obreros a Esa Farsa


El plebiscito es un procedimiento mediante el cual el gobierno va a someter a votación popular una pregunta frente a la que se desató una fuerte campaña publicitaria para que se vote por ella aún antes de conocerse su contenido.
En el Plebiscito están unidos santistas, uribistas, jefes sindicales, politiqueros de “izquierda” y de derecha, el clero y los militares; todos chantajean al pueblo para que voten por el Sí o por el No, porque así supuestamente conseguirán la paz.
El Plebiscito es parte de la falsa democracia burguesa, pero es útil para legalizar otra falsedad llamada paz que traerá más riqueza para los ricos, quizá el premio Nobel de Paz para el Presidente, para inflamar su ego y con seguridad más pobreza para la inmensa mayoría.
El gobierno llama a que los colombianos voten SÍ, pues sus intereses de clase están por legalizar el despojo a los campesinos para impulsar el capitalismo en el campo. Quien no lo haga es considerado enemigo tanto del gobierno como de la paz.
Los Uribistas prefieren que la gente vote NO, aunque sus intereses de clase son los mismos que representa el gobierno santista, sus contradicciones radican en la defensa de su ganancia de guerra en la cual tuvieron y siguen teniendo amplia participación como despojadores.
Un tercer bando que se lanza de cabeza apoyando al gobierno para votar SÍ, está compuesto por los partidos de “izquierda” y los jefes de las Centrales obreras, cuyo compromiso indiscutible es con la burguesía, de la cual son sus voceros al interior del movimiento sindical. Siempre defendiendo al pueblo con las palabras y traicionándolo en los hechos, fieles al principio fundamental del sindicalismo burgués cual es la conciliación y concertación de clases.
De ahí la costosa, persistente y enorme propaganda de todos los partidos e instituciones para inocular por todos los poros a la población la idea de votar, votar, votar, sin que al final importe que el voto sea nulo o en blanco, pues todos valen para legitimar la farsa, por eso el Estado “premia” con descuentos y tiempo libre a quienes voten.
El pugilato entre Santos y Uribe es por un botín de guerra y en la mitad de esa guerra están las víctimas del despojo cometido por las FARC, los paramilitares, los terratenientes, los burgueses y los imperialistas. Estas víctimas son los trabajadores, los campesinos, los desplazados y toda la población afectada por el vaivén de la política corrupta que nutre la guerra.
El acuerdo de paz que firman en La Habana así se ratifique con el plebiscito no va a conseguir la paz tan anhelada por el pueblo como creen ingenuamente muchos obreros engañados por los jefes sindicales gobiernistas. La guerra continúa porque las contradicciones que la ocasionan no se resuelven con una firma, porque continúa la lucha por las ganancias extraordinarias que se originan del despojo y de la explotación de mano de obra campesina y de trabajo asalariado en negocios tan rentables como la minería, el petróleo, la coca y demás plantaciones.
De falsa paz acordada hay varios ejemplos en el mundo, en países como Ruanda, Sudáfrica, El Congo, El Salvador entre otros, ya pasaron por ese proceso y sus pobladores están en peores condiciones. En Colombia también se vivió —en Santa Fe de Ralito, departamento de Córdoba—con entrega de armas, desmovilizados, firma de acuerdos entre el gobierno de Álvaro Uribe y los paramilitares. Con todos esos protocolos y farsas, las contradicciones fundamentales no desaparecieron ni los paramilitares tampoco, la guerra contra el pueblo no disminuyó, el despojo a los campesinos continuó.
Mientras firman la paz con los paramilitares o con las FARC el Estado ataca a los indígenas, campesinos, trabajadores sindicalizados, la policía sigue disparando a matar en las manifestaciones y en los mítines. Se ha aumentado la pobreza, la inseguridad, la indigencia.
Aunque han aumentado los aportes, impuestos y tarifas de servicios públicos, ya se anuncia una inevitable reforma tributaria que sobre todo subirá más los impuestos a los pobres como es el caso del IVA. Han rebajado los salarios, el empleo y las garantías sindicales. La salud está desapareciendo.
Los trabajadores son los más interesados en la paz, pero en una verdadera paz, que se obtenga erradicando de raíz las causas de la guerra, del despojo y de la explotación a la que hoy están sometidos.
Los trabajadores que piensan y actúan con independencia de clase tienen sobradas razones para decir, NI POR EL SI NI POR EL NO EN EL PLEBISCITO ¡NO VOTAR! ES LA RESPUESTA. Posición independiente y correcta para distanciarse de los Uribistas que votan no porque conviene a sus intereses; distanciarse de los Santistas que votan sí porque conviene a sus intereses, y distanciarse de los jefes de las centrales obreras que votan sí porque son traidores. Son traidores porque su actual orientación está encaminada únicamente a hacer alharaca por el plebiscito, las luchas de los trabajadores quedan estancadas como si no existieran los atropellos. Todas sus baterías están puestas en el plebiscito, los trabajadores solo existen para que voten y distribuyan su publicidad y hagan eco de su campaña burguesa a favor del plebiscito.
Los trabajadores honestos y conscientes NO VOTAN, no se comprometen con los intereses de la burguesía, no son corifeos de sus políticas antiobreras; si su pensamiento es independiente, sus actos deben corresponderse, NO VOTAR es cuestión de conciencia, NO VOTAR es independencia de clase, NO VOTAR es alejarse del Uribismo y del Santismo, NO VOTAR es la respuesta correcta de los trabajadores frente a la hipócrita democracia del Plebiscito.
Los trabajadores están llenos de motivos para continuar la lucha, deben reconquistar lo perdido y luchar por los intereses de su clase. No deben dejarse llevar por espejismos que lo distraen de sus intereses más sentidos.

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