Huelga en Avianca, píldora para la memoria proletaria

Sin lugar a dudas la huelga de los pilotos en Avianca ha sido uno de los acontecimientos más importantes del movimiento sindical en los últimos tiempos, tanto por el nivel de combatividad de los huelguistas frente a la represión conjunta entre empresarios y el Estado, como por la solidaridad que ha despertado en muchos sectores de la clase obrera; sin embargo este escrito solo aborda una de las lecciones de fondo que deja esta huelga, confiando en que será acogida firmemente por los trabajadores y sus organizaciones, para la lucha.

Muchos sectores del movimiento sindical han hablado en defensa de la huelga apelando al “estado social de derecho”, la Constitución, la Ley, los acuerdos internacionales de la OIT, entre otros, todos coinciden en que la salvación de la huelga depende de una correcta y justa interpretación de estas normas, dando así una aureola de santidad a la ley, olvidando una vital enseñanza que ha dejado la historia del movimiento obrero acerca de que el Estado es un aparato de dominación al servicio de la clase económica y políticamente dominante en la sociedad (la burguesía) donde toda ley, a pesar de su ropaje democrático, en el fondo garantiza la defensa de sus intereses en detrimento de los intereses de la clase dominada (los obreros); en el mismo sentido la experiencia del movimiento obrero ha demostrado que las leyes cambian según la correlación de fuerzas en la lucha que se libra entre estas dos clases; así cuando la clase obrera se organiza y bajo una correcta dirección desata todas sus fuerzas en las calles, la presión de los acontecimientos obliga al Estado capitalista a ceder ante los intereses obreros y a protocolizar dichas conquistas reconociéndolas en la ley.

Lo contrario sucede cuando (como en la actualidad) el movimiento obrero no está organizado ni bien dirigido, condiciones propicias para que el capital despoje la ley del velo de ‘mandato divino y moral’ con el que normalmente se adorna, dejándola al descubierto como arma de opresión y explotación al servicio del capital, elevando a categoría de texto legal lo que a todas luces es injusto incluso desde el punto de vista del derecho burgués, todo con tal de anular el esfuerzo de los trabajadores en lucha por una causa justa, ejemplo de ello es la imposición del Tribunal de Arbitramento por parte del Ministerio de Trabajo, la autorización de la Aeronáutica Civil de contratar pilotos extranjeros y por último la declaratoria de ilegalidad de la huelga por parte del Tribunal Superior de Bogotá: en efecto no puede haber una muestra más clara del papel del Estado como aparato de dominación y opresión al servicio de burgueses cómo Germán Efromovich.

En el capitalismo no puede ser justa la legislación laboral sentada por los órganos del Estado cuya elaboración está en manos de la burguesía que tiene intereses antagónicos a los de la clase obrera

¿Qué justicia y que moral es esta, en la que una de las partes en disputa puede sentar doctrina para la otra?

La clase obrera debe comprender la doble moral de la justicia burguesa; por un lado se encuentra la justicia que aplica en el seno de su clase, en la correlación de sus intereses en ‘libertad, igualdad y fraternidad’ (lema de la revolución burguesa en Francia), pero cuando se trata de juzgar el acto del obrero, la acción colectiva en defensa de sus reivindicaciones, no hay más razón que la razón de clase, ni más justicia que la justicia de clase. ¡La ley se convierte en hacha y el poder del Estado en brazo que la descarga!