El asesinato de los líderes del pueblo es terrorismo de estado
Este 25 de febrero del presente año fue asesinado
José Fernel Manrique, de 34 años de edad, trabajador de Cemex Colombia en la
ciudad de Bucaramanga, a su vez, dirigente sindical de la organización obrera Sutimac.
Así como él, son cientos los líderes sociales, sindicales, campesinos y
defensores de derechos humanos que han sido masacrados por las balas de las
fuerzas militares, paramilitares y de otras agrupaciones, con la complicidad o
el silencio del Estado colombiano. Desde
marzo de 2018 hasta febrero de 2019, según cifras de la Defensoría del Pueblo,
han sido asesinados 165 líderes sociales. Por otra parte, Indepaz afirma que
son 566 los líderes asesinados desde el 1 de enero de 2016 al 10 de enero de
2019, la mayor parte defensores de derechos humanos, líderes sindicales,
dirigentes campesinos y reclamantes de tierras, principalmente en los
departamentos de Antioquia, Cauca, Valle y Nariño.
¿Terrorismo
de Estado? Sí. El señalamiento, la persecución, las amenazas y el asesinato de
las personas que lideran las luchas del pueblo trabajador es terrorismo de
Estado, pues estos hechos se configuran como métodos sistemáticos empleados por
los ricos y su gobierno, directa o indirectamente, para generar miedo,
preocupación y terror entre la gente de nuestro pueblo.
¿Se
justifica? Desde la perspectiva de los trabajadores del campo y la
ciudad, ¡NO!, pues las razones que motivan a nuestros líderes a dirigir
las luchas se basan en reclamaciones justas y necesarias para mejorar las
condiciones de vida de la mayoría de las personas o por defender los recursos
naturales de su destrucción, en cambio, para el Estado esta clase de terror sí
se justifica, pues al ser representante de las clases explotadoras del país,
deben defender los intereses de sus negocios o blindar las leyes o políticas
del régimen de turno, apaciguando el ánimo y la beligerancia de las clases
populares, es decir, esta clase de terrorismo es razón de Estado.
¿Qué hacer ante el terror estatal? A nosotros los
obreros, tanto del campo como de la ciudad, que somos testigos o víctimas de
estos crímenes contra el pueblo, sólo nos queda seguir el camino de la lucha
directa y en las calles -marcado siempre históricamente. Pero esta lucha debe
materializarse en algo concreto en todo el país: ¡Paro Nacional Indefinido!
Este Paro significa unir en un solo torrente todas
las luchas de los sectores en conflicto en un mismo pliego de peticiones, que
exija además de alza de salarios, salud y educación, detener inmediatamente el
asesinato de los líderes del pueblo. El Paro Nacional Indefinido debe ser un
proceso consciente e independiente, de la mayoría del pueblo trabajador, que en
barrios y/o comunas significa la creación o fortalecimiento de los Comités
barriales o Juntas de Acción Comunal, en los campos unir y generalizar la lucha
de las Asociaciones o Comités de
campesinos pobres y medios, sector muy azotado por la guerra, la muerte y el
despojo, en las fábricas o empresas el Paro debe expresarse, primero, en la
consolidación y generalización de las organizaciones obreras como los
sindicatos o los comités de base, que practiquen la unidad consciente, por las bases
y al calor de la lucha. En últimas, la
tarea inmediata del pueblo colombiano es la preparación del Paro Nacional
Indefinido, tendencia de la lucha señalada dentro del marco de la Huelga
Política de Masas que, además de reclamar el mejoramiento de las condiciones
materiales del pueblo, haga respetar la vida de los líderes sociales en
Colombia.
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