La Mujer en los Sindicatos Gaceta Sindical Independiente #2
Educando a las Bases
LA MUJER EN LOS
SINDICATOS
La desigualdad histórica de la que ha sido
víctima la mujer durante siglos se ha perpetuado y exacerbado en el
capitalismo, los empleos a los que pueden aspirar la mayoría de las mujeres son
los más precarios y esclavizantes, los salarios que percibe una mujer son más
bajos que los del hombre aunque la labor sea la misma.
Pretender una verdadera reestructuración de
los sindicatos y el triunfo del movimiento sindical, requiere que las mujeres
participen en las luchas, con verdadera unidad de clase, con su doble capacidad
de trabajo, viéndolas como aliadas y no como rivales, respetando su condición
femenina e impulsándolas a que desarrollen todas sus capacidades.
Se
dice que la mujer obrera o empleada que trabaja ocho o más horas
diarias, es doblemente explotada, porque al llegar a su hogar la espera
el ineludible cuidado de los niños y sus tareas escolares, el cuidado de
la ropa, el aseo de su vivienda, el trabajo culinario y otros que
surgen en el diario vivir; sin contar que su esposo está descansando y
espera sentado mirando televisión que le lleve la comida, le entregue la
ropa limpia y le tenga el lecho preparado, o más grave aún, propinando
golpizas a “su” esclava mujer, porque no se siente bien atendido.
Para
las mujeres que se ocupan en su lugar de trabajo de participar en las
tareas sindicales con la esperanza de mejorar su condición laboral y
personal, generalmente se encuentran con la desagradable sorpresa de ver
que los postulados sindicales son solamente palabras escritas en
estatutos porque allí también se encuentran sus compañeros de lucha les
delegan las tareas que ellos no quieren, se dirigen a ellas con palabras
burlonas, de doble sentido, con insinuaciones lascivas, o incluso, las
hacen sentir que su trabajo, su cerebro o su condición femenina son
factores de debilidad y menosprecio. Es decir, buscando un camino que
las libere de la opresión patronal muchas veces encuentran la opresión
del dirigente sindical, quien siguiendo el mal ejemplo burgués descarga
su machismo en las compañeras sindicalistas, y en muchos casos, para
vergüenza del movimiento sindical, desencadenando contra ellas
persecución laboral y sexual.
De
ahí que sea también tarea de los sindicatos dar a conocer los aspectos
históricos, económicos, filosóficos, que han puesto a la mujer en esta
condición, rescatar su papel en la historia y en la sociedad, promover
que los dirigentes sindicales honestos cambien conscientemente su
actitud y se dispongan a entender que las mujeres son la mitad del cielo,
como bellamente lo expresó un gran maestro del proletariado mundial y
que es indispensable su participación activa y consciente en las
organizaciones sindicales y en toda la lucha del movimiento obrero.
Cuando
escudriñen en el pasado van a encontrarse con mujeres cotidianas e
inteligentes que han escrito muchas páginas en la historia de la
política obrera colombiana y mundial, en la ciencia y en las artes, en
las letras y la música y en muchos otros campos.
Recordamos a Betsabé Espinosa, quien dirigió la primera huelga de mujeres en una fábrica; a María Cano, denominada la flor del trabajo por
su participación política a nivel nacional; a Débora Arango, como
pintora desafío la sociedad y su doble moral; y hoy vemos el ejemplo de
las madres comunitarias que por todo el país luchan enfrentadas al
indolente Estado. Así podemos seguir encontrando muchísimos ejemplos de
grandes mujeres que cuentan su historia en los empolvados libros que aún
no hemos abierto para descorrer el velo que opaca los importantes
logros que ha tenido el género femenino por centurias.
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